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    Aniversario de la muerte de
    Eustaquio Díaz Vélez-Su trágica historia

    El 1° de abril de 1856 murió en Buenos Aires, el general Eustaquio Díaz Vélez. Fue militar, gobernador e intendente de Santa Fe y de Buenos Aires. El martes se cumplen 169 años de su fallecimiento y aún se recuerda la terrible tragedia que vivió con su hija.

    Eustaquio Diaz VelezDíaz Vélez vivía en una mansión de estilo francés, en la calle Montes de Oca 140, en el barrio de Barracas, rodeada de un hermoso parque y el hombre tenía una extrema pasión por los leones, a tal punto que los criaba en la misma mansión, donde los animales paseaban por su jardín y luego descansaban en unas leoneras (que aún existen) especialmente hechas para ellos.

    Según cuenta la historia (o la leyenda) el día en que su hija se comprometía con un joven de la alta sociedad, llamado Juan Aristóbulo Pittamiglio, se hizo una gran fiesta en los jardines, era una noche clara de luna, una orquesta amenizaba la fiesta con música de fondo, mientras iban llegando los invitados.

    Como era costumbre, los leones estaban encerrados en sus jaulas, para no poner en riesgo a los invitados, pero por un error humano, quedó una jaula mal cerrada y uno de los leones escapó.

    Casa de los leonesLa música y la alegría reinante, fue interrumpida por el novio, quién solicitó la atención de todo el público presente. Agradeció a todos su presencia e invitó a su amada a acercarse a quien le pidió matrimonio y le entregó un anillo en muestra de su amor. En ese instante apareció el león y se abalanzó sobre el novio. Mientras el hombre luchaba contra el gigantesco animal y gritaba de desesperación, su novia y los invitados miraban consternados el suceso. Estaba entre los presentes de la fiesta el barón Adam Folknner, quien relataría este suceso, en sus memorias publicadas (en alemán), en Bavaria en el año 1939.

    Don Eustaquio reaccionó rápidamente. Se dirigió a su despacho y tomó una escopeta que utilizaba para cazar animales en el campo. La cargó y desde la ventana apuntó y con mucha certeza derribó al animal, matándolo en el acto.

    Era muy tarde, el novio estaba muerto en el jardín víctima de las garras y colmillos del león. La fiesta había terminado en tragedia. La policía y los médicos llegaron inmediatamente, pero nada pudieron hacer por el pobre hombre.

    La familia del novio culpó a don Eustaquio por su muerte, ya que no entendía cómo podían tener en su casa animales salvajes y carnívoros. Pero para desgracia del dueño de la casa, no eran ellos solamente quienes lo culpaban de lo sucedido. Cuentan que su hija también lo encaró y lo maldijo, ella quedó con el corazón destrozado, pues el único hombre que había amado fue muerto por uno de los animales de su padre.

    La tragedia de la familia de don Eustaquio se agudizó más cuando la joven decidió quitarse la vida con una pastilla de cianuro con licor de anís, una noche de domingo después de asistir a misa en Santa Felicitas, porque no soportaba más convivir con el dolor de haber perdido a su amado, los periódicos de la época registraron ese acontecimiento.

    Luego de enterrarla, se dice que don Eustaquio cayó en una profunda depresión y se encerró en su cuarto, pasando la mayor parte de los días allí. Algunos cuentan que (casi en estado de locura) el hombre decidió sacrificar a los leones, pensando que recuperaría a su hija.

    Esa trágica historia generó todo tipo de exageraciones que fueron difundiéndose sobre los "fantasmas" o espíritus de la pareja que recorrían las habitaciones y el parque de la mansión, haciendo lo que habitualmente hacen las apariciones: gritar, susurrar, mover objetos, pasar como sombras, arrastrar cadenas .

    Si bien don Eustaquio se deshizo de los animales, hizo tallar cabezas de animales sobre las arcadas de las puertas de entrada a la mansión y emplazó estatuas de leones en el parque. La más impresionante representa a una fiera que lucha con un hombre cuyo brazo es devorado por el animal, recordando así a quien sería su yerno.

    Lo cierto es que Eustaquio Díaz Vélez ha sido un hombre de coraje, con una importante participación en las luchas por nuestra independencia y seguramente enfrentó la muerte, más de una vez, pero si hay algo que hace perder el coraje es ver morir a una hija, como lo ha visto él. Una velada que debía ser pura alegría, el compromiso de su hija, se convirtió en un tremendo drama que jamás pudo superar.

    Hoy, la mansión es sede del Hospital de Pediatría Pedro de Elizalde, ex Casa Cuna desde 1931. Algunos residentes admiten que por la noche se escuchan ruidos extraños. Todo el parque está superpoblado de gatos, parientes menores de los feroces leones de piedra.


    Susana Espósito - 4596 caracteres – Martes 01/04/25