Usted es el visitante

Desde 01/01/2016

Programa de fin de semana para
estar en contacto con la naturaleza

Un programa diferente y entretenido para el fin de semana puede ser una visita a la Reserva Ecológica de Costanera Sur, donde de la diversidad de aves que se encuentran allí, en ese oasis en medio de la ciudad, con verde, el río y si es un día soleado, la experiencia será perfecta.

Está ubicada en el sureste de la Ciudad de Buenos Aires, l sobre la avenida Tristán Achaval Rodríguez, entre las calles Viamonte y Brasil. Tiene una superficie de 350 hectáreas y fue creada en un espacio en el que a principios del siglo XIX se había inaugurado un balneario municipal que posteriormente fue cerrado por la contaminación de las aguas del Río de la Plata.

Hacia 1972 surgió un proyecto para crear una ciudad satélite donde reubicar los edificios de la administración pública en la ciudad de Buenos Aires. El terreno fue ganado al río y se lo rellenó con material de demolición proveniente del trazado de las autopistas.

El relleno comenzó en 1978, utilizando un sistema similar al de los polders holandeses, pero por diversos motivos se lo abandonó en 1981. Desde ese entonces, plantas y animales silvestres colonizaron el área en forma natural, convirtiendo el lugar en un paisaje de gran belleza.

Recién en 1986, la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires crea, por Ordenanza Municipal, la Reserva ecológica con sus lagunares, que son cuerpos de agua estancos, de carácter permanente o temporario, de escasa profundidad, que favorece el desarrollo de plantas microscópicas, palustres, sumergidas y flotantes, conformándose una serie de ambientes diferenciables según la vegetación dominante.

Es común encontrar en estos ambientes numerosas aves acuáticas, como el Cisne de Cuello Negro, Gallaretas, Patos Gaviotas, etc.; mamíferos como el Coipo (mal llamado Nutria) y reptiles como la Tortuga de Agua. Aquí la fauna encuentra refugio para la construcción de sus nidos o madrigueras. El pastizal está formado por pastos gigantes llamados Cortaderas o Cola de Zorro, debido al brillante y plumoso penacho donde se encuentran las semillas. Aquí es muy común observar Verdones y Picos de Plata, donde se alimentan, descansan y se reproducen. Entre las matas de pasto habitan Ratones de Campo que por su color pasan desapercibidos para todos, menos para sus predadores: gavilanes y culebras.

Los bosques de la Reserva presentan una composición homogénea, como el Bosque de Aliso, muy común en el noreste argentino, y el Bosque de Sauce, que desde el río Chubut hasta el norte del país está presente en todos los cursos de agua. Es muy frecuente encontrar merodeando en estos ambientes, Zorzales, Tacuaritas y alguna Lechuza de los Campanarios.

Según la base de datos colectiva online, eBird, en los últimos 50 años, en CABA se registraron 359 especies autóctonas y 21 especies exóticas.

En base a los estudios realizados en el proyecto de biocorredores urbanos desde la Universidad de Belgrano, que dirige Eduardo Haene (socio de Aves Argentinas y director de la Reserva Ecológica Costaner Sur), comprobaron que la Reserva “tiene una diversidad ornitológica similar a áreas protegidas diez veces más grandes de la región”. Según eBird, aquí se avistaron 347 especies autóctonas y 14 especies exóticas. Tagtachian aporta que, a partir del trabajo del COA, en los últimos 10 años, detectaron 299 especies y, en lo que va del año 2023, 215 especies.

Las reservas naturales urbanas, donde reina la vida silvestre originaria, son los sitios ideales donde encontrar mayor número de aves silvestres. En CABA, según los especialistas, se distinguen también las Reservas Ecológicas Costanera Norte-Ciudad Universitaria y el Lago Lugano, los predios de las Facultades de Agronomía y Veterinaria, y los parques 3 de Febrero y Sarmiento. Tagtachian asegura que en Ciudad Universitaria es “posible ver especies que no se ven en otro sitio de la Ciudad, por la cercanía del río y en Lugano se pueden ver patos, macá plateados, que hacía 20 años no se veían”.

La restauración del hábitat natural es un paso indispensable para lograr que las especies autóctonas regresen, valga la redundancia, a su lugar de origen, de donde nunca se tendrían que haber ido. La buena noticia, apunta Haene, es que salvo el ñandú, la mayor parte de las aves de la región tienen potencial de volver a instalarse en los sitios donde se ofrezca un hábitat en buen estado de conservación.

Susana Espósito - Publicada el Jueves 18/04/24- 4408 caracteres