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    Desde 01/01/2016




    La Argentina próspera de ayer,
    la crisis de hoy y un futuro incierto

    Es sabido que hacia finales del siglo XIX Argentina había logrado posicionarse como uno de los países más ricos del planeta. A la hora de elegir, por aquellos años, un destino para emigrar, daba exactamente lo mismo ir a Nueva York o a Buenos Aires. Muchas familias que salían de Europa u Oriente Medio quedaron divididas entre Estados Unidos y Argentina, ya que un destino u otro se podía decidir a partir de un boleto más económico o a un horario de salida del barco.

    Entre 1880 y 1940, Argentina fue considerada el granero del mundo, un país pujante, prometedor, al que muchos extranjeros vieron como un buen lugar para vivir, hechar raíces, formar una familia y así fue que en esos años hubo una gran corriente migratoria.

    argentina_prosperaHaciendo revisionismo histórico, vemos que fue uno de los países más ricos, en el cual existía una pirámide social que permitía ascender y salir de la pobreza, con trabajo, sacrificio y ansias de progreso. Lejos estábamos de imaginar que todo aquello quedaría como un recuerdo que dejaría el sabor amargo actual, la pérdida de esa esperanza de tener un trabajo digno que permita vivir mejor, con un Estado bien gestionado, que realmente ofrezca igualdad e inclusión para todos, que nos permita soñar con un futuro mejor.

    En aquellos años, Argentina era un país que se encontraba entre los cinco países de posición privilegiada. Sin embargo, una actualización del Maddison Historical Statistics reveló que en 1895 y 1896 Argentina no era uno de los países más ricos, sino el número uno, con el PBI per cápita más alto del mundo. Los siguientes puestos fueron para Estados Unidos, Bélgica, Australia, Reino Unido y Nueva Zelanda.

    El historiador económico Angus Maddison (1926-2010) se dedicó a recolectar los datos para la realización de estadísticas, con importantes investigaciones, sobre todo previas a 1960. Luego de su muerte, la Universidad de Groningen continuó con su legado con el "Proyecto Maddison".

    Después de la Revolución de Mayo en 1810 y una vez declarada nuestra Independencia en 1816, Argentina no pudo encontrar fácilmente un modelo de prosperidad y después del derrocamiento de Rosas, en 1852, el país tomó el proyecto de Constitución de Juan Bautista Alberdi (1853/60), de clara orientación liberal. El nuevo marco político y legal fue proinmigración, defendió la libre empresa, mantuvo al Estado apartado del desarrollo productivo y se limitó a ofrecer el marco jurídico apropiado dentro de un Estado de derecho. Los resultados en materia de atracción de inmigrantes, en crecimiento, desarrollo económico y ahora en estadísticas son tan claros, que no merecen ninguna explicación.

    Entonces ¿cuándo comenzó la debacle de nuestro bendito país?

    Podríamos decir que luego de las tres presidencias constitucionales, de elecciones libres y democráticas, en 1930 Argentina sufrió su primer golpe de Estado militar que destituyó a Hipólito Yrigoyen y la Corte Suprema de Justicia de entonces avaló la figura del gobierno de facto que cortó con la democracia incipiente. Después comenzaría la lucha entre radicales y conservadores, un nuevo alzamiento militar en 1945 terminó con la llegada de Juan Domingo Perón al año siguiente a la presidencia y en 1955 también él sufriría un golpe militar.

    A partir de ese momento todo fue crisis, déficit, inflación y parches insuficientes que se convirtieron en soluciones tan precarias como contraproducentes en el largo plazo. La dictadura militar que duró desde 1976 hasta 1983, con la llegada de Raúl Alfonsín y el retorno de la democracia a nuestro país, con muchos vaivenes, muchas ansias de poder, idas, vueltas, deslealtades, traiciones, carencia de valores, de honestidad y patriotismo, que aún hoy continúan y terminaron hundiendo a nuestro país.

    Por todo esto, debemos recurrir a la memoria y no dejarnos llevar por falsas promesas, no podemos desperdiciar la oportunidad de votar y tratar de hacerlo bien, despojándonos de intereses y pensando en el bienestar general, poniendo el hombro para levantar a nuestro país. No podemos permitir que nos sigan mintiendo, que no nos vendan espejitos de colores en pleno siglo XXI, luchemos para que nuestros hijos y nietos disfruten un país mejor y no tengan que irse buscando oportunidades y bienenstar en otro.

    Ver todos los días cómo los políticos actuales, de todos los partidos, pelean entre ellos, se culpan mutuamente, sacan a relucir los defectos ajenos y no asumen los propios, ni los errores cometidos que nos llevaron a este desastre, el panorama es oscuro, no hay una luz de esperanza y es tristísimo.


    Susana Espósito - Publicada el Viernes 11/08/23 - 4604 caracteres