OPCIONES
DEL MENU

  • Home
  • Noticias de la Ciudad
  • Historia de la Ciudad
  • Barrios Porteños
  • Edificios destacados
  • Monumentos
  • Turismo en la Ciudad
  • Poco conocido
  • Costumbres Porteñas
  • Filete Porteño
  • Antiguos oficios
  • Qué es el Tango?
  • Qué es la Milonga?
  • Cena Show
  • Contacto


  • Usted es el visitante

    Desde 01/01/2016




    El Templo Evangélico alemán celebra sus 170 años

    El templo de la Congregación Evangélica Alemana de Buenos Aires, situado en la calle Esmeralda 162, en el barrio de San Nicolás, cumplió 170 años. Había sido inaugurado el 11 de febrero de 1853.

    Templo Congregacion Evangelica alemanaLos alemanes luteranos residentes en la Capital inauguraron solemnemente su templo matriz, logrando tener su espacio para la celebración de su credo protestante. Fue el segundo edificio neogótico, diseñado por el inglés Eduardo Taylor, precedido en tal estilo quizá únicamente por la capilla del segundo cementerio protestante en Buenos Aires, inaugurada en 1833 y diseñada por el arquitecto escocés Richard Adams.

    Vale la pena recordar que el cementerio protestante se situaba en el predio delimitado por las actuales Hipólito Yrigoyen, Pasco, Alsina y Pichincha.

    El templo de la calle Esmeralda materializó el logro de aquella minoría de habla alemana que venía creciendo entre nosotros ya desde la Revolución de Mayo y, más aún, en la época de Rivadavia, momentos ambos favorables a una inmigración que expresaba notas de diversidad cultural y religiosa.

    El 26 de octubre de 1843 el pastor Siegel había comenzado a celebrar los servicios religiosos de rito evangélico alemán, pero utilizando en préstamo la iglesia anglicana, emplazada en la calle 25 de Mayo. Esta situación, aunque era una práctica amistosa entre cultos diferentes del católico romano, no podía durar mucho, a sabiendas del orgullo nacional que sentían los alemanes, aún lejos de su patria. Más todavía, cuando en 1845, la congregación afincada en Buenos Aires fue reconocida por la Iglesia Evangélica Luterana de Prusia.

    El 2 de mayo de 1851 una comisión ad hoc elevó ante el gobernador Rosas el petitorio “para la construcción de un Templo, digno de su sagrado objeto”. El proyecto del arquitecto Taylor fue aprobado y el 18 de octubre del mismo año el gobierno aprobó los planos y fue colocada la piedra fundamental, con la presencia de ministros de las iglesias anglicana, metodista y presbiteriana, aunque sin delegación de la Iglesia Católica, la cual, lejos todavía del diálogo ecuménico, seguía mirando a los protestantes como “herejes” disidentes, y a sus ministros como sujetos vigilados.

    El día de la inauguración, el edificio estaba engalanado con coronas, emblemas, banderines y flores, que habían colocado prolijamente los jóvenes de ambos sexos de la parroquia, bajo la dirección del pintor alemán Otto Grashoff, recién llegado a Buenos Aires. El pastor Siegel encabezó la procesión, junto a la cual también caminaba la congregación y el arquitecto Taylor, y al ingresar a la iglesia, se entonaron en alemán los primeros versículos del Salmo 23 alusivo a la “Liturgia de entrada al Santuario”. Al concluir las últimas estrofas del Salmo, la fila procesional ya estaba ubicada en el sector del presbiterio, reforzando el simbolismo de la ceremonia. Entonces, el pastor Siegel retiró el velo que cubría la mesa del altar y la Biblia alemana traducida por Lutero, que estaba abierta en el pasaje del Salmo 32 que dice “La Palabra del Señor permanece en la eternidad”, y deseó la paz a la concurrencia, mientras depositaba allí los objetos del culto. En el momento de ocupar su sitial, el coro comenzó a entonar en alemán la composición “Oh Santo Jesús retorna a nosotros”. Debió ser en verdad impactante, para aquella Buenos Aires que todavía no era cosmopolita, pero aspiraba a serlo.

    Al concluir la ceremonia, en la sacristía, el presbiterio obsequió, como souvenirs, un pergamino al proyectista Taylor (decorado por Grashoff) y otro al pastor Siegel.

    Se trata de un templo de nave única, retirado de la vereda unos metros y separado de ella por una verja de hierro. El acceso, que antes era a través de un portón de reja axial, se modificó hace muchas décadas por dos accesos laterales, también de hierro, quizá por cuestiones de nivelación de la calzada sobre la calle Esmeralda.

    El ingreso al edificio propiamente dicho se logra a través de un pórtico abierto por tres lados mediante tres arcos apuntados que se prolongan en columnillas. Este pórtico remataba originalmente en una silueta almenada, reforzando la impronta gramatical del medievalismo.

    El interior simplificado podría acusar la influencia del revival neogótico inglés sobre las pequeñas parroquias alemanas. La nave era, originalmente, más corta y en el año 1923 fue ampliada para dar mayor cabida a la feligresía, que aumentaba conforme el aumento de la población alemana y su fuerte instalación en la sociedad porteña tras la Primera Guerra. Las reformas estuvieron a cargo de los arquitectos F. Laas y E. Heine.

    Los vitrales multicolores laterales, con motivos geométricos, fueron colocados recién en 1912 y fabricados por Dagrant, de Burdeos.

    Todavía en 1933 se inauguraron las intervenciones artísticas del arquitecto Andrés Kalnay, quien efectuó decoraciones pictóricas en el interior de la nave, consistentes en bellos esgrafiados de colores con el motivo de la cruz a modo de guarda vertical. Estos han quedado en evidencia durante los trabajos de puesta en valor del presbiterio, comenzados en el año 2022 por iniciativa de la CEABA y solventados con fondos propios.

    También fue colocado en el ábside un nuevo vitral, figurativo y ostensiblemente interferido por las estéticas Art Decó, que representa a Cristo como el Alfa y la Omega, principio y fin de todas las cosas. Fue fabricado en 1932 por la empresa Puhl-Wagner, Heinersdorf, Berlín.

    En el coro alto, sobre la puerta de acceso frontal, se ubica el espléndido órgano de tubos Walcker, muy ponderado por los organistas, y que reemplazó en 1911 al anterior instrumento de la fábrica Gesell (el cual fue adquirido para una basílica católica de la Capital).

    Este 170º aniversario es una invitación para practicar una mirada más comprometida con el patrimonio, dirigida por la propia comunidad, hacia este tesoro histórico, artístico y de memoria, que es el templo alemán, y que enriquece el legado patrimonial de Buenos Aires.


    Susana Espósito - Publicada el Domingo 12/02/23 - 5972 caracteres