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    La vuelta de los manteros y la inseguridad en Retiro

    La zona de las estaciones de ferrocarril en el barrio de Retiro han sido siempre puntos atractivos para los manteros que se instalan en sus veredas a ofrecer todo tipo de mercaderías y si bien se habían ido, ahora retornaron en mayor número, casi no se puede caminar por las veredas y también aumentó la inseguridad en la zona, provocando fastidio y temor para los vecinos.

    Manteros en RetiroEl tema de los manteros en la ciudad de Buenos Aires es recurrente, la policía los desaloja de los barrios y se van reubicando en otros espacios, pero finalmente vuelven al lugar de origen, porque es tanta la cantidad de personas que ingresan y salen de las estaciones que todos son posibles clientes que los vendedores quieren captar.

    Es así que tanto en los alrededores de las estaciones en Retiro, como en las de Once, Constitución y otras, es donde más cantidad de manteros están apostados en las veredas ofreciendo sus mercancías y enojando a los comerciantes que pagan alquileres por los locales, pagan sus impuestos y se ven sometidos a esta competencia comercial desleal, que desde hace años parece no tener solución.

    La mayoría de los vecinos del barrio de Retiro coinciden en decir que al atardecer, cuando se va la luz del día, es tierra de nadie, la policía es escasa o nula y hay serios problemas de inseguridad. Incluso muchos lo atribuyen a la cercanía con la villa 31, pegada a la estación de ómnibus.

    La feria fuera de la estación del Ferrocarril Belgrano Norte es la que más ha crecido, con dos filas de puestos y generan inconvenientes a quienes bajan del tren y quieren ir a la boca del subte, debiendo sortear ese pasillo de mesas y sombrillas tan angosto por el que solo pasan dos personas a la vez, debiendo bajar a la calle y corriendo el riesgo de ser atropellados por algún vehículo.

    Lo mismo ocurre en la Terminal de Ómnibus, donde hay una feria masiva en la que venden todo usado: ropa, valijas, zapatos, zapatillas, vajilla, cuadros y hasta una máquina de escribir.

    El camino entre esos puestos es obligatorio para quienes llegan a pie a tomar un micro. El único acceso peatonal habilitado es sobre Antártida Argentina. El de la avenida Ramos Mejía pegado al ingreso a la villa bajó las persianas en pandemia y jamás volvió a subirlas.

    En el propio Gobierno porteño admiten que cada vez hay más manteros. “Hay presencia y disuasión del Estado pero también una realidad: con un 40% de pobres y una inflación de tres dígitos, crece el trabajo informal”, observa un vocero de la Ciudad.

    Desde la Agencia Gubernamental de Control (AGC) explican que no pueden hacer los controles solos. El área, dependiente del Ministerio de Espacio Público e Higiene Urbana de la Ciudad, debe ir acompañada de Justicia y Seguridad, que organiza los operativos.

    En esa última cartera remarcan que “durante el año se hicieron muchísimos secuestros, actas de comprobación y procedimientos por la Ley de Marcas. Se recuperó Ramos Mejía a la altura de la estación del Ferrocarril Mitre y se está trabajando del 1300 al 1600 y en la calle Carlos Perette”, detrás de la terminal.

    Por la noche, esperar un colectivo en esa zona es un verdadero riesgo, ya que no hay policías y es incesante la cantidad de gente que se acerca a pedir dinero y otros que directamente van a robar. Esta situación también es aprovechada por los vivillos de siempre, los taxistas que se niegan a poner el reloj y si alguien quiere tomar un taxi se ve obligado a aceptar una tarifa fija o no lo llevan.


    Susana Espósito - Publicada el Miércoles 30/11/22 - 3497 caracteres