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    Gobernantes argentinos con síndrome de Hamlet

    Ser o no ser... es la primera línea de un soliloquio de la obra de William Shakespeare, Hamlet (escrita alrededor de 1600), en el acto tercero, escena primera. Considerada y usada como síntesis de los procesos mentales de indecisión y duda, es una de las citas más famosas de la literatura universal y la más conocida de esta obra en particular.

    HamletDa la sensación que nuestros gobernantes sufren desde hace años y sin haber sido diagnosticados, el que podríamos llamar "Síndrome de Hamlet". Gobernar o no gobernar, ser o no ser, cumplir promesas de campaña o hacer "pelito para la vieja" una vez que fueron elegidos dejando que las palabras se las lleve el viento; ser kirchnerista o macrista (según convenga, varios cambiaron de bando), postularse a un cargo, ser elegido y luego no ocuparlo (las famosas testimoniales que nos recuerdan, por ejemplo al Dr. Borocotó, a Sergio Massa, entre otros).

    Si pensamos en ese pasado bastante cercano, recordaremos que a principios de diciembre de 2005, el macrismo repudió al diputado electo Eduardo Lorenzo “Borocotó” con una “panquequeada” en la Plaza del Congreso. Los jóvenes macristas instalaron cuatro mesas y vestidos con gorros de cocinero y delantales que decían “Borocotó” repartieron panqueques entre la gente que pasaba frente al Parlamento. La idea era repartir ese postre tradicional, que se cocina de ambos lados en una sartén, para ironizar sobre la conducta de Borocotó de “darse vuelta” y apoyar al kirchnerismo. “Basta de borocoteadas”.

    Algo similar ocurrió con la postulación testimonial del ex jefe de gabinete Sergio Massa, en 2009, al Congreso y también desató fuertes críticas. No obstante, luego, cuando se postuló para presidente, prometía en campaña que si era elegido terminaría con la corrupción K y ahora forma parte de ese gobierno.

    Bueno... y para qué hablar del actual presidente, Alberto Fernández, que le pegó como nadie a Cristina Kirchner, pero su ambición de poder hizo que sin dudarlo, cuando ella le ofreció la presidencia, aceptara y olvidara todo lo que dijo y reafirman los archivos.

    Pero más allá de la indecisión, el oportunismo y el sálvese quien pueda, también es terrible que si un período presidencial dura cuatro años, han transcurrido solo dos años y medio y ya están todos en campaña y pretendiendo nuevamente asegurar la continuidad o la llegada al sillón presidencial. ¿Y si se ocupan de gobernar, que es para lo que los argentinos los hemos votado?

    Lo de Fernández pensando y planificando su reelección es un delirio y una utopía total; lo de Cristina es desde siempre un afán desmedido de poder e impunidad, lo de Macri, un segundo tiempo que probablemente se suspenda por "mal tiempo" (alpiste, perdiste tu oportunidad de haber hecho bien tu gestión y apresar a los corruptos que hoy te juzgan y pueden jugarte una mala pasada). Lo que sí es una incógnita: ¿qué pasará con Milei, que cada vez capta más seguidores, sobre todo jóvenes? Muchos avalan su capacidad de analizar la economía del país, los cambios que propone y las críticas a la "casta política", pero otros lo tildan de loco y creen que de ganar, sería un mono con navaja.

    Entonces surge nuevamente la pregunta: ¿ser o no ser? ser confiado, tener fé y esperanza (como pregonaba Scioli) o ser desconfiado, desesperanzado y no votar, porque es lamentable tener que hacerlo, eligiendo de lo malo, lo menos malo.

    Triste del que debe dejar su amada tierra, impulsado por la mala gestión y el hostigamiento de quienes gobiernan y lejos de poner al país de pie, lo están hundiendo, pero feliz del que puede buscar nuevos horizontes en busca de una nueva vida, un lugar donde tener la oportunidad de estudiar, trabajar, sentirse seguros y contar con una economía previsible, que permita tener buena calidad de vida y además ahorrar. Quizá para volver en el futuro, pero NO con la frente marchita, si es que en Argentina algo cambia para bien.


    Susana Espósito - Publicada el Sábado 30/04/22 - 3936 caracteres