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    El que se fue a Sevilla perdió la silla ¿o a Washington?

    La semana pasada fue realmente complicada y el gobierno, que perdió el rumbo hace rato, debió tomar algunas decisiones que sorprendieron tanto a los suyos como a todos los argentinos.

    Silvina BatakisTodo comenzó cuando el sábado 2 de julio, el ministro de economía, Martín Guzmán, presentó su renuncia a Alberto Fernández en una carta que hizo pública a través de la red social Twitter. Algo que sorprendió y disgustó al gobierno.

    La suba del dólar, la creciente e imparable inflación, la renuncia inesperada de Guzmán hicieron que el presidente, en un manotón de ahogado, nombrara en su reemplazo a Silvina Batakis, que prestó juramento el 4 de julio y quedó al frente del Ministerio de Economía.

    Lo cierto es que en la primera semana en sus funciones, el dólar se disparó y superó los $ 300, hubo incontables piquetes y todo empeoró. La flamante ministro fue enviada a Washington para reunirse con la directora del organismo, Kristalina Georgieva y en busca de apoyo de inversores para sectores clave, pero lo que menos esperaba Batakis era que el mismo día que regresó y pisó suelo argentino, la habían sacado del cargo y en su lugar nombraron a Sergio Massa, como Ministro con súper poderes, ya que no solo será ministro de economía sino que además estará a cargo de Desarrollo Productivo y Agricultura, Ganadería y Pesca, incluyendo también las relaciones con los organismos internacionales, bilaterales y multilaterales de crédito.

    La versión sobre su reemplazo por el Jefe de Diputados se hizo pública tras reunirse con el FMI y el Tesoro de EE.UU. Cuando regresaba a la Argentina antes de embarcarse, la ministro se enteró que Alberto Fernández la reemplazaría por Sergio Massa. Apenas llevaba 25 días en el cargo.

    Parece que esta vez, en lugar del dicho "el que se fue a Sevilla perdió su silla" se modificó y es "la que se fue a Washington perdió la silla"...

    Según trascendidos, Batakis habría reclamado a Alberto Fernández por la ineficiencia de su gobierno, que considera fue el detonante de la crisis y manifestó que la gestión no fue capaz de manejar los fondos de los créditos internacionales.

    Finalmente y como premio consuelo, Silvina Batakis fue nombrada presidente del Banco Nación, algo que tomó por sorpresa a Eduardo Hecker, quien hasta ese momento se desempeñaba en el cargo y según algunos comentarios, se enteró por mensaje de whatsapp.

    Daniel Scioli fue otro sorprendido. Estaba como Embajador en Brasil, fue convocado y lo trajeron para estar el frente del Ministerio de Desarrollo Productivo y en menos de un mes, también fue removido y volvieron a enviarlo a Brasil. Seguramente fue una gran decepción, ya que se dice que el haber vuelto a la Argentina lo hacía vislumbrar la posibilidad de postularse en 2023 a presidente y soñó a lo grande, con ocupar el sillón de Rivadavia. Algo que muchos anhelan, como por ejemplo, Sergio Massa, quien al haber alcanzado este nombramiento con grandes poderes, ya se está relamiendo, pensando también en candidatearse para presidente y sintiendo que tiene grandes posibilidades de lograrlo.

    Otros cambios del fin de semana pasado ocurrieron el viernes 29 de julio, cuando Alberto Fernández, a través del Boletín Oficial, oficializó las renuncias de Gustavo Beliz, como secretario de Asuntos Estratégicos, y de Julián Domínguez, como ministro de Agricultura, Ganadería y Pesca, dos funcionarios que quedaron marginados en medio de la llegada de Sergio Massa a la Casa Rosada.

    Ahora habrá que esperar a los anuncios que Massa hará el próximo miércoles, como adelantó a los medios, a los que les pidió que lo dejen trabajar hasta entonces, para armar su equipo y tomar medidas.

    Mientras tanto, hay grandes expectativas y como en aquel juego de las sillas que se practicaba hace algunas décadas, son muchos los que giran intentando sentarse, pero no en una silla, en el sillón de Rivadavia.

    juego de la silla¿De qué se trata este juego? Se colocan varias sillas, en círculo, con el respaldo hacia adentro. Participa una cantidad de personas, cuyo número es de uno menos que la cantidad de sillas y van girando alrededor de las mismas, al son de la música. Cuando la música se detiene debe sentarse, una persona en cada silla. La persona que no consigue sentarse queda eliminada. En cada ronda se retira una silla y continúa le juego. Gana la persona que se sienta en la última silla cuando queda tan solo una y la disputan las dos personas que llegaron a la gran final.

    Así parece que se disputan los puestos nuestros políticos y en la carrera alrededor de las sillas (o el sillón), todo vale, panquecazos, carpetazos, deslealtades, conspiraciones y cuanta artimaña les permita lograr sus cometidos, porque para los políticos, "el fin justifica los medios" y "sálvese quien pueda", aunque el país se hunda...


    Susana Espósito - Publicada el Lunes 01/08/22 - 4788 caracteres