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Se cumplieron cuatro siglos del nacimiento de MoliéreJean-Baptiste Poquelin, conocido como Moliére, fue un dramaturgo, actor y poeta francés, nacido en París, el 15 de enero de 1622 y este sábado se cumplieron cuatro siglos de su nacimiento. Considerado como uno de los mejores escritores de la lengua francesa y la literatura universal. Sus trabajos existentes incluyen comedias, farsas, tragicomedias, comédie-ballets y más. Sus obras se han traducido a todas las lenguas vivas principales. Considerado el padre de la Comédie Française, sus trabajos se interpretan con más frecuencia que los de cualquier otro dramaturgo actual. Despiadado con la pedantería de los falsos sabios, la mentira de los médicos ignorantes, la pretenciosidad de los burgueses enriquecidos, Molière exalta la juventud, a la que quiere liberar de restricciones absurdas. Muy alejado de la devoción o del ascetismo, su papel de moralista termina en el mismo lugar en el que él lo definió: “No sé si no es mejor trabajar en rectificar y suavizar las pasiones humanas que pretender eliminarlas por completo”. Su principal objetivo fue el de “hacer reír a la gente honrada”. Puede decirse, por tanto, que hizo suya la divisa que aparecía sobre los teatritos ambulantes italianos a partir de los años 1620 en Francia. Las obras de Molière cuentan con el privilegio de haber sido traducidas a múltiples idiomas y representadas a lo largo y lo ancho del planeta. A través de una treintena de piezas en verso y prosa donde se lucen la sátira y la observación crítica de las costumbres de su época, retrató con impecable precisión una serie de perennes arquetipos humanos. En Francia la conmemoración es una cuestión nacional, con representaciones teatrales, conferencias y actos que se extenderán a lo largo de 2022. También así será en otros países de Europa y en Estados Unidos, aunque con un perfil discreto dadas las prevenciones sanitarias ante la pandemia. La temporada Molière de la Comedia Francesa, fundada por Luis XIV siete años después de la muerte del comediante a partir de la que había sido su compañía, arrancó el sábado 15 de enero con una reconstrucción de la representación original de Tartufo o el impostor, que solo fue interpretada una vez antes de sufrir una fuerte censura en su momento. El grado de interés y reconocimiento por la vida y obra de Molière quedó demostrado en las últimas semanas con la campaña nacional, avalada por prominentes firmas de la cultura y la política, para que ingrese en el Panteón de París, donde descansan varios de los hombres ilustres de la nación. La petición despertó una vieja polémica de cara a las elecciones presidenciales de abril: mientras algunos candidatos sumaron su voz, el mandatario Emmanuel Macron aseguró que no está dispuesto a pasar por alto la norma que impide entrar al templo a personalidades nacidas antes del Siglo de las luces, el XVIII, con el que está asociado la construcción del edificio. Cuando Moliére falleció le fue negada una sepultura religiosa y solo pudo ser enterrado sin funerales, gracias a la intervención de Luis XIV. El oficio de comediante no era bien visto en aquel entonces por la alta sociedad y la Iglesia, tal como sucedía con herejes, ladrones y prostitutas. Sin embargo, Molière tuvo la estima de Luis XIV, quien disfrutaba de sus piezas y compartía la concepción de la comedia como una buena manera de corregir las costumbres del pueblo. Moliére provenía de una familia burguesa con vínculos con la corte y aunque decidió renunciar al cargo de tapicero (oficio que había aprendido de su padre, quien le prestaba sus servicios al rey), para dedicarse al teatro, nunca dejó realmente de pertenecer a la burguesía parisina. El dramaturgo francés, que estudió a los clásicos latinos en el prestigioso Colegio de Clermont con los jesuitas, montó algunas tragedias pero sin mucha suerte. Lo suyo era la comedia, un género que en ese entonces –como en cualquier época– se acercaba al habla natural del pueblo, exento de las restricciones que imponía por entonces el estilo elevado del clasicismo francés. Entre sus obras podemos citar: Tartufo, Don Juan, El avaro, Las mujeres sabias. "El enfermo imaginario" fue el punto final de Molière, que se desvaneció en el cuarto acto mientras interpretaba a Argán, producto de una tuberculosis avanzada y del agotamiento que le significó montar este trabajo y resolver todos los problemas que tenía en torno a su representación. Allí estaban reunidos todos los temas de sus obras principales. No es cierto, sin embargo, que murió en el escenario, sino unos días después, el 17 de febrero de 1673. Tuvo tiempo para preparar su epitafio: “Aquí yace Molière, el rey de los actores. En estos momentos hace de muerto, y de verdad que lo hace bien”. Sus restos descansan en el Cementerio Pére Lachaise, en París, en un sepulcro contiguo al de La Fontaine, un fabulista francés. Susana Espósito - Publicada el Lunes 17/01/22 - 4874 caracteres |