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    El microcentro porteño necesita ser recuperado

    La pandemia que afectó al mundo hizo que el microcentro porteño cambiara drásticamente su imagen. Del incesante movimiento en sus calles, de gente yendo a sus trabajos, comercios abiertos, cines, teatros, cafés, restaurantes y librerías se pasó a la poca circulación, cierre de locales comerciales y de esparcimiento que están convirtiendo a la zona en un lugar que parece estar agonizando.

    Esa avenida Corrientes, a la que calificábamos como "la avenida que nunca duerme", ahora habrá que hacer algo para despertarla y que vuelva a brillar como en sus mejores tiempos. Ya hay expertos que se están ocupando del tema y planeando su reinvención.

    microcentro portenoEl microcentro porteño está delimitado por Av. Santa Fe, Montevideo, Av. Belgrano, el Bajo) y desde 2018, debido a la importante circulación de vehículos debió restringirse a los vehículos particulares e incluso, se peatonalizaron varias de sus calles para hacer de esa zona de la ciudad espacios más amigables. Ahora, la modalidad home office y el cierre de los locales por las restricciones que impuso la pandemia, hicieron que haya cambiado la postal y es desolador ver calles poco transitadas. teatros y cines cerrados al público y muchos carteles de alquiler de esos negocios que no pudieron hacer frente a la crisis económica y debieron bajar sus persianas definitivamente.

    Teniendo en cuenta esta angustiante situación, el gobierno de la Ciudad, a través de la Secretaría de Desarrollo Urbano, realizó un diagnóstico de la zona. A finales de marzo concluyó también un taller con diferentes actores para estudiar opciones en la famosa Comuna 1 ante la situación actual. Participaron integrantes del ámbito público y privado, como estudios de arquitectura e instituciones de desarrollo y urbanismo, así como representantes del ámbito académico.

    El estudio visibilizó que el microcentro es el barrio con mayor desequilibrio de usos por su mayor presencia de oficinas y menor presencia de viviendas. En la Comuna existen 12.745 locales y antes de la pandemia estaban abiertos el 81% (y este número representaba la menor vacancia comercial promedio de la Ciudad). Otro dato a destacar es que si bien hay locales comerciales dispersos por toda la Comuna, aquellos que permanecían abiertos se localizaban mayormente en el eje comercial de la calle Florida y en el área norte.

    Los talleres del Diagnóstico participativo de situación del Micro/Macrocentro porteño con propuestas de intervención tuvieron tres etapas: diagnóstico, creación de ideas y priorización de las ideas elegidas. Si bien el estudio es muy reciente, ya hay algunos resultados parciales. Los más interesantes son los que apuntan a hacer más habitable el centro porteño, generando pertenencia y manteniendo la identidad barrial, con un micro y macrocentro integrados. Dinámicas diferentes para el día y la noche en los alquileres, incorporando y atrayendo nuevos perfiles de residentes. Otros resultados fueron la necesidad de zonificar, pero sumando los tan solicitados espacios verdes públicos (y más aún en tiempo de distanciamiento social). Queda claro que el centro tiene un perfil de diversos usuarios, que hará dialogar con públicos y privados. Si se trata de reconstruir un centro flexible, hay una base indiscutible que es parte de los atributos del macro y microcentro: no solo tiene un bajo costo de compra y alquiler para talleres y estudios, sino que es la única zona de la ciudad que en pocas cuadras es eje comercial, patrimonial y cultural al mismo tiempo.

    Quienes se están ocupando e ideando la manera de recuperar el microcentro porteño, explican que en general, las oficinas de toda esa zona no tienen ventilación natural, porque la mayoría de esos edificios tienen curtain wall (muro cortina) y eso hace más difícil la aireación y por consiguiente el poder combatir al virus.

    Los edificios del microcentro (incluidos los de Diagonal Norte por ejemplo, donde son casi 100% oficinas) provienen en muchos casos de edificios de residencias. Entonces, primero en términos normativos, debemos lograr que un edificio de oficinas se convierta en uno de residencia, que sea vivible para la gente, que tenga ese equilibrio. Esto lo estamos trabajando en la reforma del código de edificación. Pero además con crisis económica se necesitan incentivos y estamos viendo cómo atraer esa oferta y demanda.

    También se precisan acciones de mejora del espacio público; por ejemplo, que haya mesas en restaurantes o bares, o una agenda cultural del microcentro los fines de semana. Para esto creemos que hay dos targets bastantes posibles: los jóvenes, dispuestos a vivir de otra manera a partir de lo que pasó y está pasando, y la tercera edad, que puede ver interesante ciertos hoteles o edificios que puedan transformarse en lugares de atención. El desafío es la mixtura equilibrada: eso hace vivible una ciudad. No queremos cambiar 100 % el uso que tiene la zona.

    Estamos pensando algún instrumento que incentive tanto a la oferta como a la demanda. Es decir, para aquellos que pretendan transformar su edificio de oficina en vivienda y así generar oferta y para aquellos que deseen acceder a ello (demanda). No hemos definido todavía formato ni vehículo, pero es parte de lo que estamos conversando en las distintas mesas de trabajo.


    Susana Espósito - Publicada el Lunes 10/05/21 - 5288 caracteres