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    El gran amor de Sarmiento

    Este lunes se cumplen 184 años del natalicio de Aurelia Vélez Sarsfield, hija de Dalmacio Vélez Sársfield, autor del Código Civil y la mujer que fue el gran amor de Domingo Faustino Sarmiento.

    Aurelia Velez SarsfieldAurelia había nacido el 8 de junio de 1836, en Buenos Aires fue una importante colaboradora de su padre, trabajando como su secretaria y además fue escritora.

    Es bien conocida la fama de picaflor de Domingo Faustino Sarmiento, a quien se le atribuyen varios amoríos, aún estando casado con Benita Pastoriza, una viuda, que tenía tres hijos y al más pequeño, el maestro le dio su apellido. Sin embargo, otra versión dice que en realidad, Dominguito era hijo de Sarmiento, pero había sido concebido antes de que Benita enviudara y por eso se ocultaba quién era su verdadero padre.

    La vida amorosa de Sarmiento comenzó cuando se enamoró de una joven chilena de 20 años llamada Jesús del Canto, a quien había conocido en Chile, en 1831, cuando trabajó como maestro en San Francisco del Monte y ella era su alumna. Ambos eran muy jóvenes y ese amor fugaz le dejó una hija. No se casaron, pero Sarmiento reconoció a la niña y le puso de nombre Faustina, luego la envió a San Juan para que su madre, doña Paula Albarracín, y sus hermanas la hicieran vivir con ellas y la educaran, porque la madre de la niña desapareció de la vida de Sarmiento.

    Faustina lo acompañó durante toda su vida; junto con ella y sus nietos Sarmiento pasó sus últimos días de vida en el Paraguay.

    En 1845, Sarmiento conoció a Aurelia Vélez Sarsfield que en ese momento tenía solo 9 años. Era hija de su amigo Dalmacio y por supuesto, en ese momento era una niña de quien no imaginaba que años después se iba a enamorar.

    Después de un viaje por Europa, Estados Unidos y Africa, que duró casi tres años, viajó a Chile y allí se casó con Benita Pastoriza, una mujer hermosa e inteligente pero sus celos llevaron su matrimonio al fracaso.

    Sarmiento regresó a Buenos Aires en 1855 y volvió a ver a Aurelia, que se había convertido en una bella mujercita, inteligente, escritora y política, pero ambos estaban casados. El con Benita y ella con un primo, con el que había huido de su casa para casarse, pero ocho meses después, su esposo la devolvió a la casa paterna acusada de adulterio.

    En 1857 Benita viajó desde Chile a Buenos Aires en busca de su amado. A Sarmiento no le gustó nada y comenzó a tener odio por su esposa Benita. Poco después partió a San Juan como gobernador, desde 1862 hasta 1864, cuando la muerte del caudillo Chacho Peñaloza y la falta de apoyo de sus coprovincianos lo llevaron a renunciar.

    Durante su gobierno, escribió cartas a su esposa, a Dominguito y a su amada Aurelia. Pero quiso la mala fortuna que una de las cartas de amor destinadas a Aurelia cayera en manos de Dominguito, el cual se la mostró a su madre Benita. Dominguito partió a San Juan en misión pacificadora, quería reunir a sus padres, pero Sarmiento decidió "cortar de raíz la relación". Se separaron y Sarmiento se enteró que Benita también lo engañaba con otro y estaba embarazada.

    Dos años después, viajó a Estados Unidos y aunque seguía enamorado de Aurelia, esto no le impidió tener un romance con su profesora de inglés, que como no podía ser de otra manera, ella estaba casada, con un médico que Sarmiento definió como "ser encantador".

    Su aventura con Ida duró mucho tiempo, siguió por carta, luego que él retornara al país, cuando en 1868 fue elegido presidente de la República. Divorciada de su marido, Ida le pidió que la traiga con el grupo de maestras norteamericanas. Le escribió cartas de amor hasta 1881, estaba profundamente enamorada, pero Sarmiento amaba a otra, Aurelia Vélez Sársfield. Eso no fue más que una canita al aire.

    Ya entrado en años y con problemas de salud, Sarmiento partió al Paraguay, en busca de climas mejores. A sus 77 años le escribió a Aurelia, "Venga al Paraguay y juntemos nuestros desencantos para ver sonriendo pasar la vida. Venga, que no sabe la bella durmiente lo que se pierde de su príncipe encantado."

    Aurelia partió al Paraguay y estuvo unos días con él, regresó luego a Buenos Aires, con la promesa de regresar, pero ya no volvería a verlo, porque Sarmiento falleció en la madrugada del 11 de septiembre de 1888.

    Según el historiador Hamilton, Sarmiento era culto, derecho y un hombre de bien. No obstante, era un gran aficionado a frecuentar prostíbulos y cabarets, visitas que el sanjuanino no se molestaba en ocultar. En su declaración de gastos durante un viaje a Madrid, presentó un listado que incluía: comida, hoteles, cafés, cigarrillos, obras de teatro, limosnas, entradas para las corridas de toros y también... orgías. Sin embargo, su gran amor, el que quedó marcado a fuego en su corazón, fue Aurelia, quien hoy cumpliría 184 años.

    Los restos de Aurelia descansan en la bóveda familiar, en el Cementerio de Recoleta, a pocos pasos del sepulcro de Sarmiento.

    El prócer fue vecino del barrio de San Nicolás, vivió desde 1875 hasta 1888 en una casa de la calle Sarmiento 1251, declarada Monumento Histórico Nacional en 1948. Actualmente funciona allí la Casa de la Provincia de San Juan.


    Susana Espósito - Publicada el Lunes 08/06/20 - 5120 caracteres