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El reloj de la estación Constitución volvió a dar la hora
Dentro de las obras de restauración y puesta en valor de la Estación Constitución, la cúpula es un coronamiento del edificio que le otorga belleza. Dentro de la misma se destaca un reloj del año 1902, cuyo cuadrante tiene 1,20 m de diámetro.
El viernes 20 de julio, a la tarde, el reloj volvió a funcionar. A las 18.30, sus agujas volvieron a recorrer los 360ª de su cuadrante.
“Un reloj que no funciona, además de inútil, confunde”, dice estirando la U de “funciona” y la O de “confunde”, con cadencia cordobesa.
Guillermo del Valle es quien hizo renacer este reloj histórico que sorprendió a quienes circulaban por allí y descubrieron que está en funcionamiento.
“En las estaciones de ferrocarril es fundamental que los relojes den la hora exacta. Por eso, instalamos un controlador electrónico, que funciona como el cerebro de la máquina y tiene GPS, que da la hora satelital”, describe Guillermo. La unidad controladora fue fabricada en su taller en Jesús María, en el centro-norte de Córdoba, de donde también salieron los relojes que están instalados en el frente de la Casa Rosada y el Cabildo.
Del Valle colocó el cerebro del reloj sobre una pared. El aparato sabe con exactitud la ubicación de las agujas y las coteja con la hora satelital del GPS. Si se corta la luz, el reloj se para y, cuando la energía vuelve, sólo se pone en hora. En forma automática, busca el camino más corto, incluso puede ir en contra del sentido horario de rotación, en un efecto muy Volver al Futuro para quien lo esté viendo.
El controlador tiene una salida con tres cables que van a las campanas. El reloj principal de la estación Constitución las tenía. Son grises, pesadas, con la leyenda “1902” grabada. Hay dos chicas y una grande. Las pequeñas marcan la sonería de 15 minutos. Los martillos eléctricos le han devuelto a las campanas su melodía.
Del Valle y su equipo también trabajaron en dos relojes, ubicados en el hall central de la estación, antes de entrar a los andenes. Cuando los encontraron, no funcionaban, tenían agujas de papel de aluminio y la mayoría se había volado. También les pusieron GPS para garantizar la precisión del horario.
Muy cerca de los relojes del hall, hay uno digital, de dos puntos y tipografía de calculadora, en una pantalla. “Los japoneses fueron los primeros en incursionar en los relojes digitales y el mundo empezó a reemplazar sus relojes por los de ellos. Pero con el tiempo volvió a ganar el reloj de aguja. La concepción hoy es que con el reloj de aguja ves la hora de un pantallazo, mientras que con el digital tenés que leerla y eso demora unos segundos más. También creo que hay una cuestión afectiva. En el jardín nos enseñan la hora dibujando el reloj de aguja. Es el primero que vemos y al que le asociamos nuestra historia”, dijo Del Valle.
Susana Espósito - Publicada el Martes 24/07/18 - 2835 caracteres
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