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    El deterioro de la Fuente de las Nereidas

    En estos días fue publicada una nota que habla del deterioro de la Fuente de las Nereidas, creada por la escultora Lola Mora. Emplazada en Costanera sur, era utilizada como piscina, por los habitantes de la villa Rodrigo Bueno, razón por la que hace un tiempo impulsó a la colocación de un vidrio que la rodea, para protegerla.

    Fuente de las NereidasSegún cuentan algunos puesteros de la zona, que venden garrapiñadas o choripanes, por la noche, las luces de la vía pública se apagan y la fuente queda completamente a oscuras y es cuando suele ocurrir el vandalismo. Lamentablemente, el blindex que protege a la fuente está tan rayado y sucio, que impide poder apreciarla.

    Costanera sur es una zona donde además de la fuente de Lola Mora, a pocos metros estaba el Monumento a España, realizado por el escultor, Arturo Dresco, que también fue vandalizado en varias oportunidades, orinado por los camioneros que se detienen en esas cuadras e incluso se han robado algunas piezas del grupo escultórico. También el paseo de la Gloria, donde se fueron colocando esculturas de deportistas argentinos destacados, han padecido pintadas y roturas. Esto nos hace pensar si realimente, esa zona de la ciudad, un poco apartada de la urbe, es la adecuada para tener obras de un valor patrimonial incalculable y apena la falta de concientización sobre la valoración del Patrimonio artístico porteño.

    La Fuente de las Nereidas había sido creada para ubicarla en Plaza de Mayo, pero eso no pudo ser porque la sociedad pacata de aquellos tiempos, puso el grito en el cielo, argumentando que era una blasfemia, colocar una obra con cuerpos desnudos frente a la catedral. Fue así que se colocó en el Paseo de Julio (actual Leandro N. Alem, entre Perón y Sarmiento) el 21 de mayo de 1903, pero tampoco parecía un espacio adecuado y se la trasladó a su lugar actual en Costanera Sur, en el año 1918.

    Según trascendidos, poco antes de morir, Lola Mora llegó hasta su fuente y se abrazó a una de las figuras. Debido a su maltrecho estado de salud, se abrazó a la pata de uno de los caballos, en la base de la monumental obra y cuando alguien se acercó a decirle que no se quedara allí, bajo la lluvia, ella respondió que estaba cuidando a sus hijas, las nereidas.

    Una mujer que atiende un puesto en la feria que abre los sábados, domingos y feriados, considera que es un privilegio trabajar en ese lugar, con vista a la Fuente, pero lamenta y se apena por el estado en que se encuentra.


    Susana Espósito - Publicada el Martes 03/07/18 - 2479 caracteres