OPCIONES DEL MENU
Usted es el visitante |
Cierre del Hotel SofitelDe acuerdo a trascendidos, el hotel Sofitel, en la calle Arroyo 841, del barrio de Retiro, cerrará sus puertas a mediados de diciembre. El mismo pertenece a la cadena Accor, fue el primer hotel que abrieron en nuestro país, inaugurado en 2002. Mediante un comunicado, la cadena francesa dio a conocer que luego de quince años ininterrumpidos, y a pocos días de vencer el contrato de alquiler, no habrá renovación del mismo. Aparentemente, en el último tiempo, la familia Bencich estaba disconforme con el alquiler que percibían. El metro cuadrado en esa cuadra de Arroyo ronda los 3.500 dólares. El Sofitel ocupa el Edificio Nicolás Mihanovich, una torre inaugurada en 1929, que en 2001 estaba muy deteriorado pero, por su distinción y calidad atrajo a los inversores, que vieron la posibilidad de recuperarlo y convertirlo en un hotel digno de recibir turistas internacionales. El edificio había sido construido para el empresario naviero Nicolás Mihanovich. Fue pensado como un edificio de tres sectores: dos torres de siete plantas y una de 20 pisos, con un mirador y un faro en la punta. Dicen que el empresario la había ideado así para que fuera lo primero que vieran los pasajeros que llegaban en barco a Buenos Aires. Una visión menos romántica también dice que aspiraba a que funcionara como edificio de rentas. Lamentablemente, Mihanovich falleció antes de que estuviera terminado y no tuvo la suerte de verlo. Durante 73 años fue un rascacielo de departamentos en alquiler. A principios de los 2000, inversores extranjeros, encabezados por el entonces director general del grupo Accor para Latinoamérica, llegó a Buenos Aires en busca de un punto donde instalar un hotel de la cadena francesa. Recorrieron la Ciudad y en uno de esos itinerarios quedaron deslumbrados con la torre Mihanovich, también conocida como torre Bencich, por ser la familia de origen austrohúngaro la encargada de la obra y futura propietaria. No fue fácil convertir un edificio de rentas en un hotel cinco estrellas, pero el arquitecto, Daniel Fernández, lo hizo posible y lo transformó en un elegante hotel con 140 habitaciones, cuatro salones, un restaurante francés, un café, un bar y un gimnasio, entre otros espacios. “La mayor dificultad fue ampliar un sótano de tres metros de profundidad a uno de 11, sin que se moviese ninguna estructura troncal y con gente trabajando arriba”, expresó Fernández. Por esos días se excavaron dos subsuelos. Como si fuese un túnel de escape de una cárcel, en pocos meses sacaron 5.000 metros cúbicos de tosca. Otro de los desafíos fue unir las tres torres. Para eso se hicieron conexiones, y abrieron un lobby y un gran jardín de invierno. La restauración, que también incluyó la recuperación de los revoques símil piedra, demandó más de 25 millones de dólares. La noticia del cierre tomó por sorpresa al arquitecto quien supone que seguramente sea ocupado por otra cadena hotelera o tal vez, tenga otro destino comercial. Susana Espósito - Publicada el Miércoles 15/11/17 - 2970 caracteres |