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  • La Caricatura y la Política Argentina

    En los tiempos que corren vemos que la sociedad manifiesta su descontento y bronca contra los gobiernos de turno mediante piquetes, escraches y algunos grupos de agitadores e inadaptados lo hacen a insultos y piedrazos. En otros tiempos, la caricatura era la forma de hacerlo.

    Etimológicamente deriva del italiano "caricare", que significa exagerar. Desde este punto de vista, nada tiene que ver con el dibujo de historietas. Es un medio satírico, humorístico, de crítica a personajes públicos, instituciones, comportamientos políticos y costumbres.

    Periódicos, diarios y revistas de nuestro país contaron con la sólida tradición en el arte de la caricatura, mediante la cual resaltaban e incluso, ridiculizaban los rasgos más fuertes de los políticos.

    Todo habría comenzado cuando a principios del siglo XIX, aquella gran aldea que ahora es Buenos Aires, se conmocionó con la noticia de un dibujo representando un burro que rebuznaba “Viva el Rey”. El mismo se le atribuye al sacerdote franciscano, Francisco de Paula Castañeda, escritor de combativa pluma.

    Por iniciativa de Castañeda, en 1815, se inauguró en el Convento de los Recoletos (actual Centro Cultural Recoleta) dos cuartos, como academia de dibujo, en donde enseñaba Caricatura, un platero de apellido Ibáñez.

    Ya en el año 1779, el General Manuel Belgrano había fundado la primera Academia de Dibujo, clausurada un año después por la Corte, que no aprobó su creación. Esa escuela funcionó en el local del Consulado de Buenos Aires, donde Belgrano era secretario, y la dirigía el tallista Juan Antonio Gaspar Hernández. Le sucedieron en el cargo Francisco y José Cañete. Coincidentemente funcionaron otras dos escuelas, atendidas por el italiano Angelo Campone y el español José Salas.

    Durante la lucha por la independencia aparecieron un sinnúmero de dibujos humorísticos de características similares al de Castañeda, por ejemplo: un asno con la cabeza de O’Higgins, montado por San Martín y arreando al pueblo chileno, representado por un rebaño de ovejas; en segundo plano, el director Pueyrredón entregando dinero a García de Tagle, quien lo recibe arrodillado (1819).

    Cinco años después —es decir, en 1824— se publicó otra caricatura, en donde el Libertador ostentaba la corona real y cuerpo de tigre.

    En 1828 e instaló una prensa litográfica, en la que estampaban una serie de dibujos que ridiculizaban las costumbres ciudadanas de la época mostrando, entre otras, las exageradas proporciones de los peinetones femeninos y sus inconvenientes y molestias. A él le corresponde el haber fundado en Buenos Aires, en el año 1835 el primer periódico ilustrado: el Museo Americano.

    En aquellos tiempos de Rosas, también hubo varias caricaturas que mostraban al “Restaurador de las Leyes”, sobre brioso caballo, enlazando a un toro, que representaba la invasión anglo-francesa.

    Y así, con el paso de los años, irían apareciendo otros periódicos en los que la caricatura siempre estuvo presente, por ejemplo, después de la caída de Rosas, apareció el diario El Mosquito; en 1884 “Don Quijote”; “Caras y Caretas” y tantos otros. Aún en la actualidad, podemos ver caricaturas en los periódicos, aunque menos inocentes y más agresivas.

    La importancia y transcendencia de las caricaturas motivaron la creación de un museo y así que los fundamentos del decreto municipal N° 3470, del 20 de agosto de 1958, propiciaron la existencia del Museo Municipal de la Caricatura, estableciendo “que a través de la caricatura se expresa, con humorismo e ironía, el juicio popular de los hechos y de los personajes, cuyo conocimiento es útil para interpretar la significación de las distintas corrientes de opinión en cada momento histórico”, destacando “que los artistas que han cultivado este género se han hecho acreedores al respeto y homenaje de la población, no sólo por los méritos generales e intrínsecos de sus trabajos y por la sagacidad de sus interpretaciones, sino también porque su oficio no siempre puede ejercerse con libertad y provecho personal”.

    Actualmente, el Museo de la Caricatura funciona en la calle Lima 1037, en el barrio de Constitución.

    La caricatura sorprende con el grotesco, lo estúpido, lo ridículo, lo infame, lo absurdo de las cosas y actos humanos. El caricaturista, con sabiduría, tiende a señalar valientemente y sin tapujos, los defectos y errores de los hombres.


    Susana Espósito - Publicada el Lunes 22/08/16 - 4381 caracteres