Cuando Onassis fue porteño
Todos identifican a Aristóteles Onassis como un griego súper millonario de la industria naviera, casado con mujeres muy famosas, pero pocos saben que llegó a Buenos Aires a trabajar de mozo y vivió en una pensión frente al Mercado de Abasto.
El griego pasó sus primeros años en la ciudad de Smirne en la provincia de Anatolia (Grecia). Su padre Sócrates se había trasladado al puerto comercial después de escuchar las historias de las numerosas oportunidades económicas que allí existían. Puso en marcha una pequeña tienda de importación y exportación de algodón, higos, alfombras y tabaco y su negocio pronto floreció.
Aristóteles partió para Argentina con un billete de tercera clase y US$ 250 en el bolsillo, pero con una gran esperanza para el futuro.
El café El Estaño, en la esquina de Avenida Corrientes y Talcahuano, es un café tanguero, en el que trabajó Aristóteles Onassis cuando siendo muy jóven llegó como refugiado a la Argentina. Una anécdota cuenta que trabajando como mozo le sirvió un café a Carlos Gardel, allá por 1924 según se publicó en la Revista "Panorama", febrero de 1966.
Llegó al almacén, paradójicamente acompañado por un amigo turco que lo contactó con Juan Katapodis, un griego mayorista de quesos, quien le suministró empleo en una frutería y verdulería de Leandro N. Alem y la Avenida Córdoba. Luego trabajó en el bar.
Muchas personas saben que Aristóteles Onassis amasó una gran fortuna en su vida mediante el control de un imperio naviero en todo el mundo. Pero pocos conocen que vivió en una humilde habitación en una pensión, en un edificio ya demolido, que estaba en la esquina de Avenida Corrientes y Anchorena, esquina sud oeste, frente al antiguo Mercado de Abasto Proveedor, hoy convertido en un moderno shopping.
Su primer millón lo obtuvo de la fabricación de cigarrillos en la Argentina durante la década de 1920 y principios de 1930. La historia de esta temprana aventura como fabricante de cigarrillos revela mucho acerca de la manera en la que Onassis se acercaría al mundo de los negocios durante toda su vida.
Comenzó una intensa vida nocturna y a socializar con los ricos y famosos de Buenos Aires.
Fue en esa época que a Onassis se le ocurrió una idea que pronto demostraría ser muy rentable. Advirtió que las mujeres, especialmente en los altos círculos sociales de Buenos Aires, comenzaron a fumar cigarrillos (a veces incluso en público) como símbolo de su independencia emergente. Sin embargo, los cigarrillos que estaban disponibles en Argentina (y la mayor parte de América del Sur en ese momento) se hacían con fuertes tabacos habano.
Onassis se dio cuenta que había un mercado para los cigarrillos elaborados con finos tabacos turcos y él sabía exactamente dónde podía encontrar un suministro constante. Le escribió a su padre y lo persuadió para invertir en su nueva empresa y enviar un suministro permanente de sus mejores hojas de tabaco turco. Al principio trató de vender la hoja sin procesar a los fabricantes de cigarrillos locales, pero pronto decidió que la mejor opción sería la de fabricar y comercializar sus propias marcas.
Las marcas que eligió fueron "Osman" y "Primeros" y la publicidad estaba dirigida sutilmente en el mercado emergente de las mujeres. Primeros fue una de las marcas hechas por la Compañía Onassis de cigarrillos en la década de 1930.
La historia en este punto varía según quién la cuente, pero mientras Onassis estaba cada vez más comprometido con su negocio del tabaco, comenzó un noviazgo con la famosa estrella de la ópera argentina Claudia Muzio y pronto se convirtieron en amantes. Algunos dicen que Aristóteles utilizaba a Claudia como una manera de abrir las puertas de la sociedad porteña, pero otros creen que realmente era verdadero amor. Una cosa segura es que Claudia comenzó a ser vista con mayor frecuencia fumando cigarrillos en público y en particular "Osman" y "Primeros". Esta aprobación tácita de una de las estrellas de la canción más reconocida del momento fue suficiente para estimular las ventas de cigarrillos entre las mujeres y especialmente las marcas de la compañía de tabaco Onassis.
Osman y Primeros estuvieron pronto entre las marcas líderes en la capital argentina y Aristóteles Onassis estaba bien encaminado para hacer su primer millón.
Aristóteles parecía estar siempre en la búsqueda de mujeres que poseían belleza y fama, aunque fue por lo general en la fase de cortejo en la que Onassis gastaba la mayor parte de sus energías. Una vez que había cortejado y ganado una mujer, a menudo pasaba su atención hacia su próxima conquista.
Un periodista le preguntó una vez cómo era que había tantas mujeres hermosas en su vida y Onassis respondió que "las mujeres se sienten atraídas por los hombres altos". Mientras hacía una pausa, una mirada de confusión se apoderó de la cara del joven reportero y Onassis (que medía menos de 1.60 m) terminó su frase añadiendo "y la mayoría de las mujeres me imaginan alto, parado sobre una pila muy grande de dinero".
Irónicamente, fue el negocio del tabaco el que lo iba a llevar a Onassis en última instancia al negocio que realizó el mayor tiempo de su vida, el transporte marítimo. Cuando sus ventas de cigarrillos crecieron se dio cuenta de que una parte muy grande de sus costos estaban asociados con los gastos de envío e impuestos.
Onassis atacó a la cuestión fiscal con una carta al gobierno griego logrando ser designado cónsul en Buenos Aires, y quedó así excluido del pago de impuestos. Luego se dispuso a comprar un barco para manejar su creciente demanda de tabaco importado de Turquía. Lo que encontró en su lugar fue una flota de seis barcos de vapor antiguos, que eran propiedad de los ferrocarriles nacionales canadienses y que se vendían a precio de remate. Onassis ofreció un precio aún más bajo, de sólo US$ 20,000 cada uno, y sorprendentemente la empresa del ferrocarril aceptó haciéndolo así propietario de una flota.
El resto de la historia es, por supuesto, la historia de cómo Onassis convirtió la flota seis viejos buques de vapor en un imperio global, que no sólo incluyó barcos de carga, sino también petroleros, buques de crucero, balleneros y, finalmente, el control de dos compañías aéreas. Pero en retrospectiva, todo comenzó con una pequeña compañía de cigarrillos en Buenos Aires.
Eduardo Luna - Publicada el Miércoles 10/06/15 - 6296 caracteres Fuente consultada: R. Elliott, editor de la revista Brandstand
|