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Máximas para los políticos
En los tiempos que corren, donde la corrupción en la política y las ansias de poder son el común denominador, sobre todo en este momento en que estamos por elegir un nuevo presidente que tendrá en sus manos el destino de nuestro país, sería importante tomar como ejemplo a quienes lucharon en el pasado por un futuro mejor que es hoy, aunque muy diferente al que soñaron los héroes de nuestra Patria.
El jueves 28 de mayo se cumplirán 135 años de la llegada de los restos del Gral. San Martín, desde Boulogne Sur Mer-Francia, donde había fallecido el 17 de agosto de 1850, para descansar, de acuerdo a sus deseos, en la Catedral Metropolitana, lugar desde el que su espíritu tal vez haya escuchado tantas marchas, a favor y en contra de los gobiernos de turno, bombardeos de otros tiempos, anuncios importantes, marchas de silencio que también se hicieron oír y tantos otros acontecimientos, que suponiendo que su espíritu tenga el don de escuchar y ver, que pensará de todo esto?
Basta con recordar que estando San Martín en Mendoza, pidió autorización para entrar en Buenos Aires y poder ver a su esposa que estaba gravemente enferma. Rivadavia, ministro de gobierno del gobernador Martín Rodríguez, le negó el permiso argumentando que no estaban dadas las condiciones de seguridad para que San Martín entrara a la ciudad. En realidad, Rivadavia, que siempre le había negado cualquier tipo de ayuda a San Martín, temía que el general entrase en contacto con los federales del Litoral.
Ante el agravamiento de la salud de Remedios, San Martín decidió viajar igual a Buenos Aires pero lamentablemente llegó tarde. Su esposa ya había muerto, el 3 de agosto de 1823, sin que él pudiera compartir al menos sus últimos momentos. Difamado y amenazado por el gobierno unitario, San Martín decidió abandonar el país en compañía de su pequeña hija, Mercedes, rumbo a Europa. Tras pasar brevemente por Londres, San Martín y su hijita se instalaron en Bruselas. En 1824 pasaron a París para que Mercedes pudiera completar sus estudios.
Sin embargo, San Martín seguía interesado e inquieto por la situación de su país y en febrero de 1829, decidió regresar como consecuencia de la guerra con Brasil. Pero cuando arribó al puerto de Buenos Aires, se enteró del derrocamiento del gobernador Dorrego y de su trágico fusilamiento a manos de los unitarios de Lavalle y decidió entonces no desembarcar. Muchos oficiales, tanto unitarios como federales, le enviaron cartas a su barco y lo visitaron con la intención de que se hiciera cargo del poder, pero San Martín se negó porque creía que, tomara el partido que tomara, tendría que derramar sangre argentina y no estaba dispuesto a eso. Triste y decepcionado, decidió regresar a Europa, para morir lejos de su Patria.
Qué hombría de bien y cuántos principios. Quién, actualmente, estaría dispuesto a dejar el poder, para evitar derramar sangre argentina? El que esté libre de pecados, que arroje la primera piedra. Seguramente, si existiera alguien tan altruista, nuestro país resurgiría como el Ave Fénix de sus cenizas.
Una pena que además de las “Máximas para mi hija”, que el general redactó en su afán de moldear a su hija como una mujer de bien y buenas costumbres, no haya escrito “Máximas para los futuros políticos”.
Susana Espósito - Publicada el Martes 26/05/15 - 3281 caracteres
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