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La historia del pesebre
El 8 de diciembre, Día de la virgen, es cuando tradicionalmente se arma el árbol de navidad y también el pesebre, en el que no debe colocarse el niño Jesús hasta la cero hora del 25 de diciembre, ya que su nacimiento fue ese día, cuando se celebra la Navidad (nacimiento del Señor). Nativitate en español: Nati = nacimiento, vita = de la vida y te = para ti. Por lo tanto, «Navidad» significa en español: «Nacimiento de la vida para ti».
Cuando y quién inventó el pesebre?
El pesebre fue inventado por San Francisco de Asís, el santo de la humildad y de la pobreza, en la Navidad de 1223, en un pueblito llamado Greccio, en Italia.
Francisco estaba débil y enfermo, y pensando que tal vez aquella sería su última Navidad, por eso quiso celebrarla de una manera distinta y muy especial. Un amigo de Francisco, el señor Juan Velita, era dueño de un pequeño bosque en las montañas de Greccio, y en el bosque había una gruta que a Francisco le resultó parecida al lugar donde nació Jesús, en los campos de Belén, y que él había conocido hacía poco en su viaje a Tierra Santa.
Francisco habló con su amigo, le contó su idea de hacer allí un “pesebre vivo”, y juntos lo prepararon todo, en secreto, para que fuera una sorpresa para los habitantes del pueblo, niños y grandes.
Entre la gente del pueblo, Francisco y Juan escogieron algunas personas para que representaran a María, a José y a los pastores; les hicieron prometer que no dirían nada a nadie antes de la Navidad, y, siguiendo el relato del Evangelio de San Lucas, prepararon la escena del nacimiento. Consiguieron un hermoso bebé para que representara a Jesús y la noche de Navidad, cuando todas las familias estaban reunidas en sus casas, las campanas de la iglesia comenzaron a tocar solas… Nadie sabía qué estaba pasando… El Párroco del pueblo no había dicho que fuera a celebrar la Misa del Gallo, Misa de Medianoche. Sorprendidos y asustados a la vez, todos los habitantes de Greccio salieron de sus casas para ver qué estaba sucediendo y entonces vieron a Francisco que desde la montaña los llamaba, y les indicaba que subieran donde él estaba.
Alumbrándose con antorchas, porque la noche estaba muy oscura y hacía mucho frío, todos se dirigieron al lugar indicado, y cuando llegaron quedaron tan admirados, que cayeron de rodillas, porque estaban viendo algo que nunca imaginaron. Era como si el tiempo hubiese retrocedido y se encontraran en Belén, celebrando la primera Navidad de la historia: María tenía a Jesús en sus brazos, y José, muy entusiasmado, conversaba con un grupo de pastores y pastoras, que admiraban al niño que había acabado de nacer.
Después, cuando todos se calmaron, el sacerdote, que había sido cómplice de Francisco y de Juan Velita en aquel secreto, celebró la Santa Misa, y Jesús se hizo presente en el Pan y el Vino consagrados, como pasa siempre que se celebra una Misa.
Terminada la Eucaristía, Francisco, lleno de amor y de alegría, les contó a todos los presentes, con lujo de detalles, la hermosa historia de la Navidad, y Jesús, “luz del mundo”, llenó sus corazones de paz y de amor.
Tres años más tarde, Francisco de Asís murió, dejándonos esta hermosa costumbre de hacer el pesebre todos los años.
En la Basílica Mayor, Santa María la Maggiore, en Roma, se conserva en un cofre de oro, una reliquia de la cunita del niño Jesús, que es venerada por los fieles que visitan la iglesia y en la Catedral de Colonia (Alemania) se encuentran las reliquias (los huesos) de los Reyes Magos, que habían ido a Belén para conocer al niño Jesús, llevándole como regalos: oro, incienso y mirra.
Estas reliquias de los Reyes fueron llevadas desde Milán por el emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, Federico Barbarroja, para ser entregadas al Arzobispo de Colonia, Reinaldo de Dassel en 1164. Desde entonces las reliquias de los Tres Reyes, están en un bello cofre realizado por el orfebre Nikolaus Von Verdun, que demoró en terminarlo 40 años.
Susana Espósito - Publicada el Lunes 07/12/15 - 3956 caracteres
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