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  • El alma silenciosa de las esculturas

    A menudo, cuando paseamos por la ciudad de Buenos Aires, podemos apreciar la gran cantidad de monumentos que se encuentran en parques y plazas. Algunos son imponentes y majestuosos, conmemorativos del primer centenario, de batallas, homenajes a héroes de la patria y hasta alguno que recuerda un cuento de la infancia, como por ejemplo, Caperucita.

    Lo cierto es que también muchas veces nos sorprende de manera poco grata, cuando los vemos rotos o vandalizados y lamentamos el poco respeto hacia estas piezas valiosas que son parte de nuestro patrimonio y testimonios silenciosos de nuestra historia.

    Tal vez algunos monumentos nos parezcan extraordinarios, bellos y otros, todo lo contrario, pero en ambos casos, lo importante es el mensaje que transmiten, la simbología que revelan, el amor expresado a alguien a partir de un bloque de mármol o del frío bronce.

    Según datos oficiales, en la ciudad hay 2200 monumentos, estatuas, bustos, placas y monolitos. El gobierno porteño gasta entre 5 y 7 millones de pesos por mes (entre 60 y 84 millones anuales) en reparaciones de monumentos y estatuas que reciben agresiones de desconocidos.

    Cuando los monumentos están dañados, se retiran de la vía pública y son llevados a un galpón situado en el barrio de Palermo, donde son restaurados, por los expertos de la Coordinación de Monumentos y Obras de Arte (MOA). Allí trabajan 25 restauradores: 15 de ellos, en los talleres que funcionan dentro del parque Tres de Febrero, y otros 10 in situ.

    Debido a que no todas las piezas pueden ser movidas, se llevan a los galpones las más pequeñas, como bustos, frisos o jarrones; otras, de mayores dimensiones, se trasladan, pero reciben tratamiento al aire libre. Concluidos los trabajos, vuelven a ser colocadas en sus sitios originales. Otros monumentos sólo pueden ser intervenidos en el lugar donde están emplazados, debido a su gran tamaño.

    Las autoridades del gobierno porteño han tenido una iniciativa muy interesante y están montando un amplio patio de esculturas en la plaza Sicilia, junto a esos galpones donde hoy, a puertas cerradas, trabajan los restauradores, para que la gente pueda acceder al lugar, visitar y observar cómo se trabaja en la restauración de las obras y logran recuperarlas.

    El patio, que todavía no tiene una fecha estimada de concreción, será un espacio al aire libre con senderos de grazna, bancos y canteros con flores, entre los que se erigirán estatuas de gran valor patrimonial que requieran ser retiradas de su emplazamiento actual para evitar que sean víctimas del deterioro o el vandalismo.

    Esta práctica es habitual en varias ciudades de Europa, que poseen un importante patrimonio cultural.

    La Dirección de Espacios Verdes de la ciudad evalúa incluir entre las 20 posibles obras que serán exhibidas: El último centauro (o El centauro moribundo), de Antoine Bourdelle, hoy en la plaza Rubén Darío, de Recoleta; El pensador, de Auguste Rodin, instalado en la plaza Mariano Moreno, junto a la plaza Congreso; el Monumento a Sarmiento, también de Rodin, en el parque Tres de Febrero; y Leandro y Hero (también llamada El beso), de Paul Gask, hoy a la vista en la isla del lago del Rosedal de Palermo. Todas serían gradualmente reemplazadas por réplicas.

    Además, el Patio de las Esculturas recibirá, por ejemplo, un busto de Manuel Belgrano que estaba situado en las Barrancas de Belgrano y que, tras ser vandalizado, fue removido y reemplazado con una copia. Igual es la situación de las figuras de Rómulo y Remo que forman un conjunto con la Loba en el Parque Lezama; los originales permanecen bajo custodia del MOA y hoy se exhiben reproducciones.

    En este caso, se trata de piezas tan frecuentemente dañadas que la MOA ya tiene un stock de copias preparadas para la sustitución ante un nuevo vandalismo.

    En el patio donde se exhibirán las esculturas originales se montará un gazebo de metal y policarbonato desplazable sobre rieles que conservará hasta cinco esculturas en su interior y las descubrirá para que los expertos puedan realizar la restauración al aire libre y a la vista de los vecinos.

    Para evitar robos y controlar el acceso del público, todo el perímetro será protegido por un muro bajo con rejas y alambre en la parte superior, al estilo de las existentes en el Jardín Botánico. Hoy, las instalaciones de la MOA apenas están delimitadas por un alambrado, más precario.

    Se incorporarán nuevos accesos peatonal y vehicular y un camino adoquinado de ingreso desde la avenida Berro hasta la MOA.

    Las visitas, según informaron fuentes oficiales, serán gratuitas y se realizarán mientras se desarrollan los trabajos de restauración. Vecinos y turistas podrán disfrutar de cómo los artesanos despliegan su pericia y, en paralelo, observar las piezas originales que, para su preservación, ya no volverán a exhibirse en el espacio público.


    Susana Espósito - Publicada el Martes 15/09/15 - 4847 caracteres