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  • Recordando a Díaz Vélez

    El 2 de noviembre de 1782 nacía en Buenos Aires, Eustoquio Díaz Vélez, militar que luchó en las Invasiones Inglesas, bajo las órdenes de Santiago de Liniers y Cornelio Saavedra; participó en la Revolución de Mayo, peleó en la guerra de la independencia y en las guerras civiles argentinas. También fue un firme opositor al régimen rosista.

    Llegó a ser el decano o miembro más antiguo de los militares patriotas que gestaron la Revolución de Mayo.

    El 18 de marzo de 1814 se casó con Carmen Guerrero y Obarrio y el matrimonio tuvo tres hijos: Carmen, Manuela y Eustoquio.

    Eustoquio Díaz Vélez falleció en Buenos Aires, el 1° de abril de 1856. Sus restos descansan en el Cementerio de la Recoleta en la bóveda familiar, declarada Monumento Histórico Nacional, por decreto Nº 3039 del año 1946 del Poder Ejecutivo Nacional.

    Cabe recordar que el hijo de este militar, que lleva el mismo nombre que su padre, ha heredado importantes extensiones de campo y una fortuna que solo era comparable a los Anchorena, los Alzaga, los Guerrero y otras familias encumbradas de la ciudad.

    En el año 1880, Díaz Vélez decidió vivir en el barrio de Barracas, más precisamente en la calle larga. Para ello adquirió una mansión de estilo francés, situada en la actual avenida Montes de Oca.

    Casado con Josefa Cano Díaz Vélez, quién era sobrina de él ya que era hija de una hermana suya, con la que tuvo hijos.

    Este millonario extravagante, temía que por la noche entraran a su casa para robar y si bien lo común era abastecerse de perros guardianes, Díaz Vélez sentía pasión por los leones, es por ello que mandó a traer tres de estos felinos africanos para que cuiden el hogar. Los animales estaban sueltos por el jardín por la noche y durante el día de los dejaba en jaulas.

    El día en que una de sus hijas se comprometía, las mesas estaban puestas en el jardín, era una noche clara, una orquesta amenizaba la fiesta con música de fondo. En la entrada a la mansión se encontraban don Eustoquio y doña Josefa para recibir a los invitados.

    Como era costumbre, los leones estaban encerrados en sus jaulas, no podía dejar a los invitados a merced de la voluntad de estos felinos. Sin embargo, un error humano, dejó una jaula mal cerrada; el león movió la puerta y ésta se abrió posibilitando la huida del animal.

    En el momento en que la pareja se estaba poniendo los anillos de compromiso, apareció el león y se abalanzó sobre el novio. Don Eustoquio, reaccionó rápidamente, tomó una escopeta que utilizaba para cazar animales en el campo, la cargó y desde la ventana apuntó y con mucha certeza derribó al animal, matándolo en el acto, pero ya era demasiado tarde, su yerno también había fallecido.

    La tragedia de la familia de don Eustoquio se profundizó más cuando la joven Díaz Vélez decidió quitarse la vida porque no soportaba más convivir con el dolor de haber perdido a su amado.

    Algunos cuentan que –en un estado de locura- el hombre decidió sacrificar a los leones, pensando que recuperaría a su hija.


    Susana Espósito - Publicada el Lunes 02/11/15 - 2998 caracteres