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Reapertura de la Confitería Richmond
La Confitería Richmond, situada en la peatonal Florida 438, ha sido un lugar emblemático de Buenos Aires, un bar notable que cerró sus puertas el domingo 14 de agosto de 2011 y ahora, está a punto de reabrir.
La Richmond fue fundada en 1917. El edificio fue proyectado por el arquitecto belga Jules Dormal, junto a la Residencia Peña (actual sede social de la Sociedad Rural Argentina), rápidamente se transformó en una de las preferidas de la clase alta porteña. Su interior, exquisitamente decorado, con su boiserie de roble de Eslavonia, sillas y sillones estilo Chesterfield tapizados en cuero, sus mesitas Thonet y sus arañas de bronce y opalina traídas especialmente de Holanda. Decorada con cuadros en sus paredes y casetonado en el techo, alternando paños de madera y espejos, también fue famosa por sus mesas de billar.
Una confitería glamorosa a la que asistía la aristocracia porteña y además fue el lugar de reunión del Grupo Florida, integrado por Ricardo Güiraldes, Jorge Luis Borges, Oliverio Girondo, Pablo Rojas Paz, Leopoldo Marechal, Ernesto Palacio, Conrado Nalé Roxlo, Francisco Luis Bernardez, Córdova Iturburu y la presencia tutelar de Macedonio Fernández.
Ahora, todo está listo para que nuevamente vuelvan a abrir sus puertas, pero será un lugar de venta de artículos de deportes, que contará con servicio de confitería. Este era un fuerte rumor que se escuchó al poco tiempo del cierre y realmente no fue del agrado de la mayoría, pero finalmente, parece que se ha concretado.
Solo falta la inspección del Gobierno porteño y la correspondiente habilitación que permitirá inaugurar el nuevo espacio, donde habitarán los fantasmas de otros tiempos.
El Ministerio de Cultura porteño hace tiempo impuso exigencias para que, quien se hiciera cargo del local, tenga presente el objetivo de que conserve sus joyas patrimoniales, como la boiserie y las arañas, pero ya nada tendrá que ver aquel lugar de gente elegantemente vestida que iba a tomar el té o el aperitivo de la tarde, de aquellos escritores que unían sus brillantes ideas para crear obras literarias y este nuevo espacio donde se venderá ropa deportiva y simplemente se tomará un café al paso. Una pena, que también deben sentir los fantasmas del pasado que seguirán allí, entre las paredes de la Richmond.
Susana Espósito - Publicada el Martes 29/07/14 - 2320 caracteres
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