Lola Mora, una mujer inolvidable
El lunes 17 de noviembre cumpliría 148 años, la escultora, Lola Mora, nacida en Tucumán, en 1866.
Su lugar de nacimiento fue controvertido, debido a que nació en la localidad de El Tala, más precisamente en la estancia “Las Moras”, hoy “ El Dátil”, Departamento La Candelaria, del lado tucumano, ya que esa localidad que se extendía a la vera del río epónimo que limita Salta con Tucumán, en ese momento pertenecía al obispado de Tucumán por lo que fuera bautizada en la parroquia San Joaquín de las Trancas, en Trancas, provincia de Tucumán y fue su padrino, Nicolás Avellaneda.
Fue la primera escultora argentina y sudamericana; muy discutida por ser considerada demasiado transgresora para aquella época. La desnudez de sus obras provocaban todo tipo de comentarios.
Algunas señoras, pusieron el grito en el cielo al saber que el Intendente Bullrich aprobaba la obra "La Fuente de las Nereidas". ¡Cómo iban a colocar una fuente con cuerpos desnudos en la plaza principal de la ciudad y a pocos metros de la Catedral!
Finalmente, la fuente se inauguró el 21 de mayo de 1903 en Alem y Perón, donde la gente se amontonó esperando dos horas el momento en que retiraran las telas que cubrían la fuente y cuando llegó ese momento, todos la ovacionaron.
Después de la inauguración la escultora fue agasajada en el Club el Progreso, donde fue la única mujer.
Colegas celosos, que no se resignaban a admitir que una mujer lograra lo que ellos no, comenzaron una campaña de desprestigio que no fallaría: atacar su moral.
Tiempo después se le encargaron a la escultora unas obras que adornarían el Congreso (la libertad, el progreso, la paz y la justicia) y para que pudiese trabajar con comodidad, Roca le dio un taller de lujo en el palacio del congreso que todavía se estaba construyendo. Una vez finalizadas, las esculturas no gustaron y las enviaron a Jujuy. Paradójicamente, hace un año, hicieron calcos de esas esculturas y las colocaron en el lugar en que debían estar las originales: el Congreso Nacional.
Se casó con Luis Sabá Hernández, sobrino nieto del autor del Martín Fierro, mucho más joven que Lola.
Vivió con su esposo en Roma, durante varios años, hasta que ella lo sorprendió con otra mujer y lo echó de su casa. Allí trabajaba en las esculturas que serían colocadas en el monumento a la Bandera, en Rosario. Las piezas llegaron a ese destino en 1923, pero quedaron sin armar en la Plaza Gral. Belgrano.
Cuando retornó a Buenos Aires, dejó de esculpir y se dedicó a indagaciones e inversiones en minería, con lo que en poco tiempo perdió todos sus bienes.
Falleció el 7 de junio de 1936, a los 69 años.
Susana Espósito - Publicada el Lunes 17/11/14 - 2642 caracteres
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