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  • La embajada de Francia recuperó su glamour

    Hablar de los Palacios de Buenos Aires y sobre todo los de la avenida Alvear, nos transporta en el tiempo, a esa Belle Epoque porteña en la que las familias más adineradas hacían construir sus magníficas mansiones palaciegas.

    Uno de esos palacios es el Ortiz Basualdo (actualmente sede de la Embajada de Francia), proyectado por el arquitecto Pablo Pater e inaugurado en 1918.

    Responde al estilo Academicista Francés con influencia Neoborbónica. Un cuerpo central en esquina remata en una cúpula con linterna. La ornamentación de la fachada es sobria. Los aventanamientos son de variado diseño, con balcones decorados por rejas artísticas y ménsulas como apoyo.

    Fue adquirido por el Gobierno Francés e inaugurado como Embajada en 1939. Residió en él, la familia Ortiz Basualdo, que alojó al Principe de Gales en 1925 y lo visitó Charles de Gaulle en 1964.

    Esta joya arquitectónica había sufrido cierto deterioro y para recuperarla se realizaron tareas de restauración durante un año. Ahora reabrirá al público el 20 y 21 de septiembre, para que el público, que deberá llevar su documento de identidad, pueda recorrer los salones del primer piso, exquisitamente decorados.

    La restauración estuvo a cargo de la arquitecta francesa Marie Sinizergues y sus colegas argentinos María Paula Báez y Eduardo Carena. Las obras insumieron 15 meses y cinco millones de euros.

    Desde Francia llegaron los cortinados nuevos, las telas de tapicería para sillas, banquetas y sillones, y las alfombras y tapetes, así como la instalación lumínica de la "Sala de Billar", que permite ver el esplendor del techo abovedado.

    Las paredes de los seis salones del primer piso recuperaron sus tonos originales y los filetes y detalles de bronce también volvieron a brillar. La amplia recepción de ese nivel fue aliviada: se cambiaron las telas rojas de las paredes por tonos claros que permiten lucir mejor la boiserie de madera original traída de Noruega para su construcción, a mediados de la década de 1910.

    Un Palacio porteño que vale la pena conocer y ahora es la oportunidad.


    Susana Espósito - Publicada el Viernes 12/09/14 - 2090 caracteres