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  • Merecido homenaje a Lola Mora

    En 1906, se habían inaugurado dos grupos escultóricos realizados por Lola Mora, en la fachada del Palacio Legislativo de la ciudad de Buenos Aires, que da a avenida Rivadavia 1836. Uno simboliza la libertad y el comercio, el otro, el trabajo, la paz y la justicia.

    Lamentablemente, en aquellos tiempos, ese trabajo de la escultora tucumana fue muy criticado y resolvieron retirar las esculturas, que fueron a parar al depósito municipal y posteriormente fueron llevadas a la provincia de Jujuy, para emplazarlas en la fachada de la casa del gobierno provincial.

    El año pasado se escucharon rumores sobre la intención de traerlas a Buenos Aires, como una manera de enmendar esa afrenta a quien fue una brillante artista, tan poco reconocida en vida. Lo cierto es que si bien no se traerán las originales, se realizaron réplicas de las mismas, con un proceso de alta tecnología, que incluyó fotografías 3D y moldes digitales. Una manera de lograr un calco de las esculturas, pero con tecnología de avanzada.

    El 18 de octubre, las obras fueron ubicadas en las escalinatas del Congreso y se encuentran tapadas con una tela blanca. Serán descubiertas el día 10 de diciembre, como parte de los festejos por los 30 años de democracia.

    Lola Mora había nacido en territorio del Obispado de Tucumán, hoy Salta, el 17 de noviembre de 1866 y por ello se celebra el Día Nacional del Escultor y de las Artes Plásticas. Hace pocos días, Lola hubiese cumplido 147 años. Fue ahijada de Nicolás Avellaneda (presidente de la Nación desde 1874 a 1880) y protegida de Roca (presidente de la Nación desde 1880 a 1886), con quien tuvo un prolongado romance.

    Ha sido la primera escultora argentina y sudamericana, muy discutida por ser considerada demasiado transgresora para aquella época. La desnudez de sus obras provocaban todo tipo de comentarios y las señoras pacatas de aquellos tiempos, pusieron el grito en el cielo al saber que el Intendente Bullrich aprobaba la obra "La Fuente de las Nereidas". ¡Cómo iban a colocar una fuente con cuerpos desnudos en la plaza principal de la ciudad y a pocos metros de la Catedral!

    Finalmente, la fuente se inauguró el 21 de mayo de 1903 en Alem y Perón, donde la gente se amontonó esperando dos horas, el momento en que retiraran las telas que cubrían la fuente y cuando llegó ese momento, todos la ovacionaron. Después de la inauguración fue agasajada en el Club el Progreso, donde fue la única mujer. Sin embargo, considerando que tampoco era el espacio apropiado para la fuente, luego se trasladó a la Costanera Sur, donde se encuentra actualmente.

    Colegas celosos, que no se resignaban a admitir que una mujer lograra lo que ellos no, comenzaron una campaña de desprestigio que no fallaría: atacar su moral.

    Tiempo después se le encargaron a la escultora, las obras que adornarían el Congreso y para que pudiese trabajar con comodidad, Roca le dio un taller de lujo en el Palacio de Congreso, que todavía se estaba construyendo. Allí conoció a Luis Sabá Hernández, sobrino nieto del autor del Martín Fierro, con quien Lola comenzó una relación. Ella tenía 40 años y él 20, por lo cual, ante esa sociedad que tanto la criticaba, para poder casarse, ella se quitó diez años y él se aumentó cinco. La pareja vivió en Roma durante seis años y una infidelidad de su esposo, puso fin al matrimonio.

    En Roma también realizó las piezas que integrarían el Monumento a la bandera, en Rosario. Las piezas llegaron a esa ciudad en 1923 y quedaron sin armar en la Plaza Gral. Belgrano. La Municipalidad de Rosario rescindió el contrato con Lola Mora y sus estatuas fueron colocándose en diversos puntos de esa ciudad.

    Varios fueron los sinsabores que tuvo que soportar esta mujer, tan criticada por haber sido una adelantada en su tiempo, considerada demasiado transgresora y aunque el reconocimiento llega tardíamente, vale la pena que se haga justicia y se le brinde este homenaje tan merecido.


    Susana Espósito - Publicada el 27/11/13 - 3939 caracteres