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  • El día del animal

    El lunes 29 de abril, fue el Día del Animal, en conmemoración del Dr Ignacio Albarracín, que fue el fundador y presidente de la Asociación Protectora de Animales, logrando que en 1908 se aprobara la Ley 2786 de Protección a los animales. Esto ha sido una demostración de preocupación por su defensa no sólo en el trato adecuado, sino en la supervivencia de muchas especies amenazadas y en peligro de extinción.

    Recién en 1978, la Liga Internacional de los Derechos del Animal proclamó la declaración universal que los contempla, que luego fue también aprobada por la ONU y la UNESCO.

    La Asociación Protectora de Animales promueve la concientización sobre el cuidado de los mismos y se trabaja arduamente para la erradicación de animales vagabundos. Asimismo, a quien levante un animal de la calle se lo asesorará gratis y también hay campañas en las que cada vez participan más personas y entidades para llevar a cabo la castración.

    De acuerdo a datos brindados por la consultora Millward Brown Argentina, en nuestro país hay 12 millones de mascotas, siendo el país de América Latina con más mascotas por habitante. También precisa que su composición se distribuye entre 9 millones de perros y 3 millones de gatos, con porcentajes ínfimos de otros animales de compañía, como las discretas tortugas y los cobayos tan de moda.

    Cabe destacar que un animal no es un juguete y quienes deciden tenerlo deben respetarlo, cuidándolo, dándole alimentos y atención médica (veterinaria) cuando haga falta. Ellos a cambio nos devuelven amor y fidelidad.

    Dentro del reino animal, existen varias especies que pueden convivir con las personas y así lo han hecho desde hace siglos: caballos, perros, gatos, pájaros, tortugas, peces y muchos más.

    Los perros son las mascotas más elegidas no solo como compañía de adultos y de niños, también tienen una inteligencia que les permite ser adiestrados para lazarillos, convirtiéndose en los ojos de las personas ciegas y en otras tareas, acompañando a la policía en diversos operativos. La fidelidad de los perros es tal, que en algunos casos, al morir su dueño, también han llegado a morir de tristeza, incluso se han visto ejemplos de esto en noticieros del mundo y ha quedado testimonio de esas historias en varios cementerios, donde se realizaron esculturas del dueño y su perrito fallecido.

    Los caballos han sido fieles compañeros del gaucho y además importantes colaboradores en tareas de fuerza, que afortunadamente se fueron prohibiendo (por ejemplo la tracción a sangre, cuando se los utilizaba para tirar de los tranvías). También desde hace años se implementó la equinoterapia o terapia con caballos, que fue utilizada por primera vez en Europa en el siglo XIX. Desde entonces, los caballos desempeñan un excelente papel para ayudar a superar una gran variedad de problemas personales como depresión, ansiedad, trastornos alimenticios, trastornos del sueño y estrés postraumático, común entre los veteranos de guerra. La equinoterapia también se utiliza para el tratamiento de niños con autismo, problemas de conducta y niños con una historia de abuso.

    Hay muchas historias de animales que por alguna razón se han destacado y son recordados, por eso en homenaje a los animales en su día, elegí recordar a Chupete, un caballo que perteneció a la Fanfarria Militar Alto Perú, del Regimiento de Granaderos. Había nacido en 1959 y tuvo cualidades extraordinarias que lo diferenciaban del resto de los caballos del regimiento. Cada mañana, empujaba con su hocico la puerta trasera del Escuadrón Chacabuco, esperando que los soldados le sirvieran su ración diaria de mate cocido y pan en su balde, compartiendo el desayuno con ellos.

    Después de treinta años de servicio, la Jefatura dispuso entonces que el efectivo: “Chupete”, tal su nombre, pase a retiro con el grado de (Suboficial Principal), y que pueda deambular libremente y a voluntad por el Cuartel, haciéndose responsables todos los integrantes de la Unidad de su bienestar, y si el animal en su licencia, elegía otro box para descansar que no le perteneciera, no debía ser molestado.

    Son muchos los que cuentan que cuando Chupete estaba mansamente distendido en los márgenes de la caballeriza, y oía a lo lejos, acordes de la Fanfarria montada que se aprestaba a partir hacia un acto, ladeaba las orejas y en forma rauda e intempestiva se dirigía a reunirse con la comitiva, tomando su lugar de tamborilero (sin jinete), en la formación, en donde nadie se lo impedía, excepto cuando se lo apartaba y amarraba con un cinto al cuello, antes de traspasar los umbrales de salida del Regimiento, quedándose con las ganas.

    En la última etapa de su vida, en 1992, se desplomaba de cinco a seis veces al día, y los soldados, solidarios con el camarada, lo ayudaban con arneses a reincorporarse. En Abril de ese año cayó circunstancialmente en el jardín histórico, y sus lánguidos ojos y rodillas vencidas indicaban que ya no iba a levantarse, por eso, la Jefatura decidió con mucho dolor, que fuese sacrificado, para evitar que sufriera, en ese mismo lugar y allí darle sepultura. Allí se colocó una placa de homenaje que dice: “Aquí descansan los restos del caballo “Chupete”, último exponente de la raza Orloff que prestara servicios en esta Unidad durante 30 años ininterrumpidos como timbalero”.


    Susana Espósito - Publicada el 01/05/13 - 5302 caracteres