Simulador humano para prácticas
Desde ahora, los médicos anestesiólogos contarán con un simulador humano para realizar sus prácticas y entrenarse en el manejo adecuado de las complicaciones que pueden surgir con el uso de la anestesia.
Se trata de un maniquí de 1,70 metros al que se le dilatan las pupilas, se le pueden escuchar los latidos, abre y cierra los ojos, respira con movimiento torácico, tiene pulso y presión sanguínea, sangra y reproduce todas las respuestas humanas a la anestesia y la reanimación.
Este simulador automático de un paciente adulto (también está la versión infantil) funciona en un quirófano montado en la sede que la Asociación de Anestesia, Analgesia y Reanimación de Buenos Aires (Aaarba) tiene en el barrio de Caballito.
Desde una sala contigua al quirófano, detrás de un cristal espejado, un bioingeniero opera el simulador a distancia con un software especial. Controla cada respuesta del maniquí al trabajo del médico; provoca complicaciones metabólicas, cardíacas o neurológicas en el paciente artificial, y realiza un seguimiento detallado de los tipos, las dosis y los efectos de los fármacos administrados. Para eso se utiliza un sistema de balanzas de alta precisión y de lectura de códigos de barras.
Con el avance de la tecnología, tuvimos que incorporar un nuevo simulador -señala el doctor Carlos Carbajal, presidente de la Aaarba-. Es una herramienta que permite el entrenamiento en tiempo real de los estudiantes, pero también de los médicos anestesiólogos que quieren actualizarse en distintas complicaciones que se producen cada mil o diez mil cirugías".
Un kit de accesorios, como pieles artificiales con quemaduras y heridas, y un sistema de bombas le suman aún más realismo al escenario. El operador puede, por ejemplo, provocar una hemorragia y sus complicaciones durante una operación.
En definitiva, el quirófano actúa como una cámara Gesell para evaluar cómo los estudiantes o los médicos responden a una situación crítica para un paciente, pero también al estrés y la ansiedad de lo inesperado. Sólo por un convenio con la Universidad de Buenos Aires (UBA), más de 400 estudiantes de la carrera de anestesiología practicarán el año que viene con el flamante simulador fabricado en los Estados Unidos y que cuesta unos 500.000 dólares.
Es un importante avance que contribuye a preparar mucho mejor a los anestesiólogos, que cumplen un rol tanto o más importante que el cirujano, ya que un mal manejo de la anestesia también puede provocar la muerte.
"La anestesiología se volvió muy segura porque existen mecanismos de monitoreo para adelantarnos a cualquier problema. También mejoraron los fármacos que usamos: hoy es muy grande el rango entre la dosis necesaria para el efecto deseado y la dosis tóxica para el organismo. Además, se metabolizan muy rápido y se puede suspender la administración para eliminarlos rápido de la sangre".
Susana Espósito - Noticia publicada el: 16/11/11 - (Cantidad de caracteres: 2884 )
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